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La salud a través del agua: beneficios y propiedades curativas

El agua ha acompañado al ser humano desde los orígenes de la civilización no solo como elemento vital, sino también como fuente de salud, bienestar y curación.
Desde los baños termales de la antigua Roma hasta los modernos centros de hidroterapia, el agua ha sido utilizada como agente terapéutico natural capaz de aliviar dolencias, mejorar la circulación y favorecer la relajación física y mental.

Aunque su uso se remonta a miles de años atrás, fue en el siglo XX cuando la hidroterapia alcanzó su mayor esplendor gracias al avance de la medicina, la comprensión del cuerpo humano y el desarrollo de técnicas más precisas de tratamiento.

Mecanismos de acción: cómo actúa el agua sobre el cuerpo

1. A nivel físico

El agua ejerce una influencia directa sobre la circulación, la musculatura y las articulaciones.

  • Cuando se aplica por debajo de los 34 °C, provoca una vasoconstricción que estimula el sistema circulatorio y tonifica el cuerpo.
  • A temperaturas superiores a 36 °C, la respuesta es vasodilatadora, aportando efectos sedantes, relajantes y analgésicos.

Además, el principio de Arquímedes explica el alivio que se experimenta al sumergirse: el cuerpo pierde hasta un 90 % de su peso cuando la inmersión llega al cuello. Esto permite que personas con lesiones o limitaciones puedan moverse sin dolor y recuperar la movilidad articular con menor esfuerzo.

La flotación es, por tanto, una herramienta terapéutica clave: favorece la rehabilitación muscular, reduce la carga sobre huesos y articulaciones y promueve una sensación de ligereza y bienestar.

2. A nivel químico

Cada tipo de agua posee una composición mineral única que potencia distintos efectos sobre el organismo.
Durante los baños o tratamientos, los minerales se absorben no solo por vía oral (cuando se beben), sino también a través de la piel. Estudios de Drexel y Dubarry demostraron que una persona puede absorber entre 20 y 40 gramos de minerales por metro cuadrado de piel y hora de inmersión.

Los principales tipos de aguas terapéuticas son:

  • Aguas cloruradas: Estimulan la digestión y el metabolismo, favoreciendo la secreción gástrica y la función biliar.
  • Aguas sulfatadas: Tienen efectos depurativos y estimulan el hígado, con acción colagoga y purgante.
  • Aguas sulfuradas: Poseen propiedades antiinflamatorias y desensibilizantes, además de un leve efecto hipoglucemiante.
  • Aguas ferruginosas: Refuerzan el organismo y ayudan a combatir la anemia.
  • Aguas radioactivas u oligometálicas: Aportan efectos relajantes, analgésicos y diuréticos.

3. A nivel psíquico

El agua también influye en la mente y el estado emocional.
La estancia en entornos tranquilos, como balnearios o spas, combinada con el sonido y la sensación envolvente del agua, reduce el estrés, mejora el descanso y promueve la relajación profunda.

El simple hecho de sumergirse en un entorno acuático —ya sea una piscina climatizada, un jacuzzi o un circuito termal— genera una sensación de bienestar inmediata, reforzada por la temperatura, el movimiento y la sensación de ingravidez.

Por eso, el agua no solo limpia y tonifica, sino que cura, equilibra y conecta cuerpo y mente.

Hidroterapia y bienestar moderno

En la actualidad, la hidroterapia se ha integrado en múltiples ámbitos:

  • En rehabilitación médica, se utiliza para tratar lesiones musculares y articulares.
  • En bienestar y estética, para relajar, desintoxicar y revitalizar el cuerpo.
  • Y en salud mental, como herramienta complementaria para reducir la ansiedad y mejorar el sueño.

En Poseidón Piscinas creemos en el poder del agua más allá del ocio: diseñamos espacios que no solo invitan al baño, sino que fomentan el bienestar, la salud y la conexión con uno mismo.
Porque disfrutar del agua es también cuidar del cuerpo y del alma.

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